sábado, 18 de mayo de 2013

Cambiaso y Pereyra Rossi: grandes militantes, grandes personas

Laboratorio de Producción Multimedial I – 2013
Martín Bechiarello – Comisión  B

Es difícil separar la militancia con la persona que se relaciona con sus compañeros y familiares. En el caso del Viejo y de Carlón, sus compañeros de actividad en el peronismo y familiares, los recordaron en el aspecto más terrenal. Como argentinos que no sólo soñaban con un país mejor, sino también como ciudadanos que buscaban expresar sus sentimientos en una poesía o reflejar belleza en una fotografía.

José “Pepe” Berra, ahora dirigente del Movimiento Evita, definió a Osvaldo Cambiaso como una persona querible, un tipo solidario, que estaba siempre alentando, ayudando, dándole una mano a los compañeros que estaban bajoneados.


Berra también definió a Pereyra Rossi, aseguró que era un militante muy formado en el marco teórico, con una entrega y una capacidad de militancia muy importante.

Carlón
Eduardo Pereyra Rossi, tenía 33 años cuando fue asesinado. Sus restos fueron sepultados el 19 de mayo en el cementerio de La Plata. Durante el velatorio, dos patrulleros permanecieron en la puerta de la funeraria. Quizás como parte del romanticismo que encarnaba en su lucha, dejó una serie de poemas. Poco antes de morir escribió “Sólo una mediación”, una suerte de testamento. “Si me preguntan a golpes/ diré que sé/ que sé que serán devueltos/ los servicios prestados/ a su debido tiempo/ el que medie entre mi muerte y la de ellos”. Cuando fue detenido, era militante de la organización Montoneros en la zona sur de la provincia de Buenos Aires.

Horacio Baster, actual vicepresidente de la Fundación Igualar y compañero de militancia de Carlón, señaló lo admiraba por ser un gran poeta y gran escritor.

“Eso me impactaba”, dijo Baster, “que pese a la dureza con la que tenía que tomar decisiones, tenía la sensibilidad para expresar las cosas de la militancia” en forma de poesía.

El Viejo
Osvaldo Cambiaso, el "Viejo", nació en 1941 en la localidad santafesina de Soldini, de padres agricultores. Ingeniero Químico y profesor e investigador de la Universidad Nacional del Litoral. Había sido detenido en 1976. Allí fue de manera indiscutida, según la militancia del momento, jefe de los detenidos peronistas montoneros. Con un precario estado de salud, que incluía insuficiencia cardíaca, acentuado por lo duro de la lucha y lo difícil de las detenciones. Apenas puso un pie en la calle, en 1981, comenzó a ser perseguido. La mañana del sábado 14 de mayo de 1983 salió de su casa, en la localidad de Pérez, cinco kilómetros al oeste de Rosario, y prometió que regresaría para la cena, pero nunca volvió.

Carlos Pérez Rizzo, conocido por el Viejo y por todos sus compañeros como “Cabezón”, aseguró que estar detenido “en el pabellón con el viejo Cambiaso era un orgullo, era la historia viva de la organización a la que pertenecíamos.” Pérez Rizzo lo rescató fundamentalmente como ser humano. “Tenía la humildad de los grandes, de los grandes compañeros que eran parte de la conducción de la organización, nos dolió cuando nos enteramos que habían matado a los 2”, continuó.

El Cabezón prefiere recordarlo como compañero y no como héroe. Afirmó que aún lo recuerda caminando rengo por los tiros que le habían dado, pero siempre con palabras de aliento para los que flaqueban por la dureza de la situación. También destacó que Cambiaso estaba con los compañeros de menor responsabilidad y con los que estaban a la par de él, y a todos les hablaba por igual.

Tras el secuestro y asesinato de los dos militantes, apareció la lucha de los organismos de Derechos Humanos y de los familiares para que los responsables paguen por su delito. Allí, las hermanas de Osvaldo nunca claudicaron. Gladys, lo recuerda con ojos impregnados de nostalgia, pero a la vez llenos de orgullo. Lo definió como una persona realmente buena, que anteponía siempre a los demás, antes que a sus propias necesidades.


Gladys destacó también la sensibilidad de su hermano. Y su afición por la fotografía. Concluyó afirmando que era “una persona convencida de lo que tenía que hacer”.

En el acto por el trigésimo aniversario del secuestro de Cambiaso y de Pereyra Rossi, Carlos Pérez Rizzo, extrajo un cuaderno de hojas amarillentas, desarmado, ajado, viejo. Dijo que era un cuaderno en el que en la cárcel, escribían sus compañeros. Para homenajear al Viejo, leyó de allí un poema escrito con lápiz y con letra muy chiquita –seguramente para ahorrar papel-, hecho “por un compañero de Corrientes”. “Se llama ´Dos buenos amigos´”, dijo.



Seguramente, la vida y la lucha de estos dos militantes no fue en vano, aunque lamentablemente, no pudieron ver una Argentina en democracia, pese a todos lo que dieron para construirla.

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